Vas a mirar tus nuevas adquisiciones todas los días en algún estante de tu ropero, quizás de vez en cuando te las pruebes, sólo para comprobar que no van con vos. Vas a lamentarte de a ratos, a llorar un momentito sola. Cuando alguien te pregunte por qué no te las pones nunca, vas a mentir que las usas siempre para salir.
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