viernes, 19 de octubre de 2012

Existen verdades que llenan el corazón de desesperación y que no agrada hablar de ellas, salvo que se disponga de un escudo contra la desesperanza. 
                                                                                                                     Corazón de tinta. 


Siempre tuve un problema con la mentira, pero nunca mentí. Conté parcialmente la verdad. Me podría excusar diciendo que las chicas que padecimos anorexia necesitamos de la  mentira para vivir, nos alimentamos de la mentira, pero no, el problema lo tengo yo. ¿Que me hace pensar que duele menos la mentira que la verdad?, si al final, todo se descubre y el engañado se siente totalmente traicionado. 
Me molesta tanto, pero tanto que me mientan (y acá se aplicaría la frase: "no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan", pero yo no miento, oculto). No es lo mismo mentir que ocultar, pero al final duele por igual. 

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